sábado, 29 de octubre de 2011

María Isabel...siempre

María Isabel fue mi maestra de tercer grado, mi profesora de Lengua de 3ero, 4to y 5to año del secundario, mi amiga, mi modelo...el ser más maravilloso que conocí en la vida.

Esto escribía yo en octubre de 2006, en un curso de capacitación y vos, María Isabel, venías a mí como siempre:

Como Asterión, el de Borges, “Se que me acusan de soberbia, y tal vez de misantropía, y tal vez de locura. Tales acusaciones son irrisorias.” Lo que pasa es que estoy en la jaula, para ser más precisa en la Jaula de las Locas. Rejas por aquí, rejas por allá ¡OJO! Esas son las que se ven por fuera. ¿Y por dentro? También hay rejas, que comprimen hasta llegar a producirte una sensación de asfixia, de impotencia. Unas enormes ganas de gritar, de salir huyendo porque no quiero ser como ellas. Me niego. Son como aves de rapiña dispuestas a sacarte los ojos…por nada.
Pero hubo otro tiempo en el que las manos estaban allí para darte lo que las manos saben dar: el contacto cálido para ayudarte a empezar, el primer empujón, la confianza de que vos “ser minúsculo” ante tanta maravilla tenés algo que ofrecer.
En la jaula, las manos se usan para señalar errores y si son aciertos, pues lo mismo serán “errores” porque NADIE está dispuesto a reconocer que otro sea mejor o simplemente diferente. Las manos se esconden, se niegan a actuar como tales.
Necesito saber que aún existes ya no solo en tu nombre y apellido sino que alguna vez podrás volver en otros seres “humanos”.
Tercer grado: una sonrisa, una lectura, una emoción, una convicción, un legado que comienza a gestarse.
Tercero, cuarto y quinto año de la Secundaria: la fascinación de tu voz, el encuentro con las palabras- hablo de esos encuentros que dejan erizada la piel, conmovida el alma-, entonces Neruda vuelve hoy y siempre para decirme: Amo tanto las palabras…las inesperadas...las que glotonamente se esperan, se escuchan, hasta que de pronto caen…Vocablos amados…Brillan como piedras de colores, saltan como platinados peces, son  espuma, hilo, metal, rocío …
Fuiste el puente definitivo hacia el futuro elegido, las ansias de ser como vos. No!!!, me arrepiento de semejante osadía, pues como dice la canción: “No habrá ninguna igual”.
En la jaula ya no hay estímulos, cada una sale con su coraza, su yelmo, su armadura y también…su espada (por si acaso). Cada loco con su tema. Yo, tratando  de encontrarte, María Isabel, aunque sea la más imposible de las utopías.

Te mandé el texto con mi mamá y me enviaste este:

Y yo, desde aquí salgo a cazar locas. Y yo más loca que todas me meto en la jaula de las locas y trato de no enloquecer más de lo que estoy. Pero al no recuperar a medias la cordura me voy al rincón agazapada y de allí te salvo, te redimo, te subo a mis hombros y te cargo en mi pesada mochila y salimos al patio. Allí una chillería de pájaros nos aguarda y de Vieytes nos gritan: ¡Las locas que creen haber descubierto el placer de la literatura! ¡Ja! ¡Ja! ¡Ja! ¡Loca querida, dejá que lo crean!
                Te quiero desde el alma. María Isabel.

En esa carta de tu puño y letra,  me decías, también:

¡Cuántas charlas nos debemos! ¡Cuántas palabras tendríamos que enhebrar! Palabras tuyas, palabras mías, palabras nuestras. Y tus ojos brillantes mirando llenos de asombro y mis años juntos en una relación que no carcomió el tiempo porque siempre te tengo y me tenés presente. Pero la caprichosa marcha del destino no nos permite. Pero estás y yo estoy.

Y me quedé con todo lo que quería contarte, con la culpa de no encontrar el tiempo para ir a verte…porque te fuiste demasiado temprano y no sabía que esto podía pasar. 

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