martes, 16 de agosto de 2011

LOS "SE", "ME"...UN DOLOR DE CABEZA

Si nos encontramos con una oración como esta:

Mercedes se casó con Francisco.

Diríamos que “se” forma parte del verbo o bien que es un signo de cuasi reflejo. 


Sin embargo a la literatura le gusta transgredir los principios de la gramática para lograr la extrañeza; te invito a leer esta poesía y a pensar qué adviertes de raro…hablando de gramática, por supuesto.

Susana Thénon – Canto Nupcial (título provisorio)

Me he casado
me he casado conmigo
me he dado el sí
un sí que tardó años en llegar
años de sufrimientos indecibles
de llorar con la lluvia
de encerrarme en la pieza
porque yo -el gran amor de mi existencia-
no me llamaba
no me escribía
no me visitaba
y a veces
cuando juntaba yo el coraje de llamarme
para decirme: hola ¿estoy bien?
yo me hacía negar

llegué incluso a inscribirme en una lista de clavos
a los que no quería conectarme
porque daban la lata
porque me perseguían
porque me acorralaban
porque me reventaban

al final ni disimulaba yo
cuando yo me requería

me daba a entender
finamente
que me tenía podrida

y una vez dejé de llamarme 
y dejé de llamarme
y pasó tanto tiempo que me extrañé
entonces dije
¿cuánto hace que no me llamo?
añares
debe de hacer añares
y me llamé y atendí yo y no podía creerlo
porque aunque parezca mentira
no había cicatrizado
solo me había ido en sangre
entonces me dije: hola ¿soy yo?
soy yo, me dije, y añadí:
hace muchísimo que no sabemos nada
yo de mí, ni mí de yo
¿quiero venir a casa?

sí, dije yo

y volvimos a encontrarnos
con paz

yo me sentía bien junto conmigo
igual que yo
que me sentía bien junto conmigo
y así
de un día para el otro
me casé y me casé
y estoy junto
y ni la muerte puede separarme


El poema de Susana Thénon “Canto Nupcial” causa un efecto de total incertidumbre en el lector. En el primer verso todo parece estar dentro del orden lógico, el yo lírico dice “haberse casado”. Sin embargo, ya en el segundo aparece el problema para el lector. ¿Cómo puede un sujeto casarse consigo mismo? Evidentemente no podemos otorgarle a este verso el significado más obvio o el que nos arrojaría un diccionario si fuéramos a buscar la definición de “casar” (“contraer matrimonio”) ya que para que esta acción sea posible son necesarias, dos personas. No obstante el yo lírico sigue aludiendo a esto, expresa hasta “haberse dado el sí” y continúa comentando que no fue fácil ya que tuvo que esperar, sufrir, llorar, estar encerrado. Toda esta situación por causa de “yo que aparece enunciado en el octavo verso (“porque yo- el gran amor de mi existencia”). Aquí se presenta un quiebre en el poema porque anteriormente cuando el yo lírico se refería a sí mismo lo hacía a través del pronombre “me” y ahora confunde al lector utilizando el pronombre“yo”. Podríamos decir entonces en esta primera instancia que o bien, se produjo undesdoblamiento del sujeto que enuncia el poema (repitiéndose como destinador y destinatario de sus acciones) o un alejamiento, un distanciamiento por parte del yo lírico del pronombre “yo” (es decir, cuando exprese que “yo” es el “gran amor de su existencia” y que “no me llamaba”, no se refiera a sí mismo, sino que sea una persona “X”, “Juan”, “Pedro”, otro, el que realiza el acto pero que es enunciado por el pronombre “yo”).

Si en la primera estrofa tomamos la hipótesis del alejamiento, el yo lírico evoca ese pasado en el que se encontraba separado “me” de “yo”. No había comunicación, “no se llamaban”, “no se escribían” y “no se visitaban”. Ni cuando tomaban el valor para hacerlo lo lograban, ya que no admitían el conflicto entre ambos. El problema se hizo tan grande que, como declara en la segunda estrofa, “me” se “inscribió en una lista de clavos”, es decir, se anotó en una serie larga de problemas, de actividades engorrosas, con las que no quería tener contacto porque “daban la lata”, o en otras palabras, apabullaban a “me” con tanto palabrerío, lo acosaban, lo acorralaban, lo incomodaban, lo hostigaban, hasta que llegaba a estallar, a resquebrajarse, a desintegrarse. Por lo tanto no podía esconder que “requería” a “yo”, que necesitaba volver a él. Sin embargo vacilaba, tanto que como manifiesta en la cuarta estrofa “me tenía podrida”.

Aquí hay un detalle interesante para notar: el signo de femineidad en el adjetivo “podrida”. Esto trae más dudas al lector, ya que además de aparecer desdoblado el yo lírico, ahora es de género femenino y tiende a confundirse con la autora del poema, Susana Thénon. La gran pregunta es:¿Quién habla en el poema? ¿“yo”, “me”, “el yo lírico”, Susana Thénon?

En la quinta estrofa el yo lírico revela haberse separado alguna vez definitivamente, pero extrañó a“yo”, “me”, a su otra parte y decidió llamarse/lo y volver a comunicarse. Allí se sorprende de que el problema no había cicatrizado, es decir, esa herida, ese distanciamiento entre los dos no se había cerrado, no había muerto, sólo era una fuerte hemorragia, “se había ido” (había llegado muy cerca de la muerte) pero todavía seguía fluyendo. Por eso en el duodécimo verso hay llamado, hay comunicación, conexión, entre las dos partes e invitación al reencuentro, un “sí” como respuesta a la invitación y un nuevo cambio.

En este momento, en la última estrofa,  “yo” y “me” conforman un “conmigo”. Y no son más“yo” y “me”, sino “yo” y “yo” (“yo me sentía bien igual que yo”), o “me” y “me” (“me casé yme casé”) demostrando de esta manera que las dos partes, o estos dos sujetos que conformaban al yo lírico (si nos quedamos con la idea de que hay un desdoblamiento), al menos ahora se parecen, tienen la misma forma, han llegado a un acuerdo para constituir un “estoy junto”. Su unión ha conformado una identidad, una personalidad, que a diferencia de cualquier enlace matrimonial no puede dividirse ni desarticularse por ninguna causa. En el momento de enunciación el yo lírico es único, con sus convicciones, ideas, carácter y estilo, pero sobre todo seguro, estable, sólido, firme, sea la persona que sea.

Agradezco a Samy, quien fue mi alumna en la escuela secundaria, y me regaló siempre sus mejores palabras.


El poema Canto nupcial parece relatar una típica relación de amor, con sus encuentros y desencuentros (en todo caso sería desencuentros primero y un encuentro final con el que culmina). Pero, ¿qué particularidad tiene este texto? Sin duda con la primera lectura percibiremos algo extraño: todo parece referirse, como típicamente sucede, a dos personas, que sin embargo aparecen como “yo” y “yo”, cada una con todos los pronombres que a ellas se relacionan (conmigo, mi, mí, me).
Esto genera un gran problema: no sabemos cuál de esos yo  es el que hace cada cosa, cuál insiste y cuál se niega, cuál es el que a fin de cuentas vuelve a intentar recuperar toda la relación y lo logra. Quizás lo que tenemos que preguntarnos es si resulta realmente importante identificar, separar, a cada uno de esos yo ¿No iría acaso eso contra la lógica del poema? Porque si hay un camino dibujado en él, es justamente ése, el del encuentro de estos yo en una unidad que ha sido rota y que se recupera. Y quizás por eso sea que se usa esta forma del yo y yojugando con la idea de ser dos y ser uno, siendo dos primeras personas. Justamente allí aparece la función poética, donde el uso normal se rompe.
 ¿Dónde radica esta ruptura? En que nosotros estamos acostumbrados a hablar desde una primera persona (1º), a otra (2º), sobre otra (3º) (Yo te hablo a vos sobre él) En cambio en este poema una 1º persona nos está hablando (como lectores ocuparíamos la 2º persona implícita) sobre otra 1º persona, en un giro que vuelve sobre sí misma y dota a todo el poema de un efecto de extrañeza, humor y reflexividad. (¿Y por qué no de reflexión sobre lo que significa “casarse” con uno mismo?)
 El poema pretende imitar el funcionamiento de la norma y de las reglas, y las cumple ya que todos los pronombres son de la primera persona, e incluso todos los verbos están conjugados en 1º persona;  no es que “yo” sea un nombre para otra persona (una 3º) como sucede en textos con mecanismos similares pero que utilizan la 3º persona para el desdoblamiento del yo, por ejemplo “Yo y conmigo” de E.G. Kieffer: “conmigo no siempre se llevademasiado bien con yo” “Ni siquiera sé si esta autobiografía le escribe yo o si la escribeconmigo”. En Canto nupcial  efectivamente es otra 1º persona sobre la que se habla, la misma que habla (o al menos una parte de ella que se ha alejado y que ahora vuelve). No encontramos un uso equivocado ni incoherente de la gramática: sólo extraño. Y es por ese extrañamiento justamente que este texto es literario.
Conjugando la manipulación de categorías gramaticales y con la parodia de una relación amorosa tradicional, se tematiza los tipos de relación que cada uno mantiene consigo mismo y la multiplicidad interior. Es destacable cómo el poema en ningún momento toma un tono moralista ni didáctico. Podemos decir que en este poema no hay ninguna moraleja, pero sí que, tras su lectura queda una enseñanza. ¿Pero lo que nos produce como lectores sería lo mismo si esa enseñanza se trasmite con palabras comunes, algo así como “Sobre todas las cosas hay que encontrarse, aceptarse y comprometerse con uno mismo”? Yo creo que no, hay cierto placer en lo sugerido que es más efectivo que lo transparente. Por otro lado quizás sin atender a los detalles formales igual se percibiría un efecto cómico y de extrañeza que no sabríamos bien a qué adjudicar, pero si somos capaces de pensar cómo y desde dónde se produce ese resultado, porqué nos llama tanto la atención, podremos captarlo en toda su dimensión,  y así el resultado será más profundo, y por todas las relaciones que se pueden generar entre forma y contenidos, más rico.







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